Mi padre es una persona especial. Una persona única. Y no lo digo porque sea mi padre. No. Lo digo porque es así. Siempre le hemos llamado "Jefe". "El Jefe". Porque mi padre es muy jefe. Lo es de forma natural. Sin ser consciente. Y todos le obedecemos. Sin rechistar. Mi padre tuvo una infancia complicada. Muy complicada. De la que rara vez te hablará, a no ser que le preguntes. Y yo pregunto mucho. Porque tiene una historia tan fascinante y diferente, como es él.
Su madre se murió cuando tenía cuatro años, y con ella se fueron los días felices de su niñez. No lo tuvo fácil. Nada fácil. Y con 18 años, dejó su casa, y se buscó la vida. Siempre lo ha hecho. Y no lo hizo mal. Nada mal. A nosotros nos regaló una infancia llena de amor y de buenas experiencias. Todo lo contrario a lo que él vivió. Mi vida ha estado llena de besos, abrazos y de "te quiero". A diario. Y mis noches de miedo las he pasado a su lado, agarrada a sus preciosas manos, heredadas de mi abuela pianista. Nunca protestó. Y mira que yo era pesada. Muy pesada. "Papá tengo miedo". Y ahí venía él, a las dos de la mañana, a las tres, daba igual. Se ponía una silla al lado de mi cama, y me cogía las manos hasta que me volvía a dormir. En silencio. Sin pronunciar una palabra. No hay nada que me guste más que fotografiarle. Nada. Imaginar mundos entre los dos. Buscar fotos antiguas que nos sirvan de inspiración. Y crear juntos. Y por qué no, pensar que quizás, sólo quizás, sea capaz de inventar para él, aquella infancia que nunca vivió. Te quiero Padre. Te quiero Jefe. Texto & Foto: Belén de Benito (17)
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AuthorBelén de Benito Archives
April 2018
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