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La bola blanca. La fascinante bola blanca siempre está ahí. Empieza el juego y lo termina. Siendo la única que encuentra de nuevo el camino para salir ella sola y volver a empezar. Las otras, de colores llamativos y previamente numeradas, se quedan ahí atrapadas, una vez que el juego concluye.
Las lisas pertenecen a un jugador. Las rayadas a otro. Pero todas ellas, da igual su condición, una vez que entran por el agujero, permanecen quietas en los laberínticos recovecos del interior de la mesa, esperando a que alguien accione un botón para que el juego vuelva a empezar. La bola blanca es diferente al resto. Unas veces unos milímetros más, otras veces un pequeño imán en su interior, hacen que sepa encontrar su propio camino. Sin esperar a que nadie la libere, sin esperar a que nadie la maneje. Ayer tuve esta gran revelación mientras mis hijos, hermanos ellos, acababan su partida luchando con los palos de billar. "Que si tú empezaste, que no, que has sido tú, que yo he ganado, que no que eres un tramposo, que no me pegues, que me has pegado tú primero" . Y mientras , ella ahí, quieta, iluminada por esa luz cenital. La bola blanca. Foto & Texto: Belén de Benito (17) |
AuthorBelén de Benito Archives
April 2018
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