"De verdad"
Hoy una amiga, Rocío, subía una foto a Instagram. Tal y como ella decía era un bizcocho normal, y cito textualmente: "Ya, ya sé que es sólo un bizcocho normalito, de yogur, de esos que hacen hasta los niños". La contesté de inmediato: "Da gusto ver cosas normales. Sencillas. De las que realmente hacemos todos. Ese bizcocho es de verdad". Y esta nimia conversación, tan llena de obviedades que han dejado de serlo, me hizo pensar. Ya lo creo que sí. De verdad. Mi casa es de verdad. Mi casa es tan antigua como yo. En ella habitan bizcochos rotos hundidos por el medio, suelos apolillados, maderas viejas, juguetes antiguos, muebles que pertenecieron a otras personas, y luz, una bonita luz del Norte que todo lo inunda. Mi casa mira al Norte. Mi casa mira al mar. Un mar que trae vientos fríos y huracanados, llenos de lluvia en forma de goteras y humedades. Sus paredes están llenas de historias, de dibujos furtivos a lápiz que nunca borro, de las alturas de mis hijos que allí quedaron, y de manos como las de Altamira. Está llena de desorden que yo me empeño en ordenar. Mi casa huele a lleno. Mi casa huele a familia. Mi casa huele a vida. Mi casa huele a verdad. De verdad. Mi vida es de verdad. A veces me gusto. Otras veces no tanto. A veces, realmente, me encuentro insoportable. Lo mismo me pasa con mi familia, con mis amigos, con todo en general. Porque nada de lo que me rodea es perfecto. Nada. Porque la vida es eso. La vida es como un bizcocho medio roto. Está bueno, sí, aunque la pinta no sea tan estupenda. Y habrá trozos mejores, y trozos peores. Y no pasa nada por subir una foto de esa maravillosa imperfección. Verbalizar ese día en el que las cosas salen mal. Y no. No tienes porque estar deprimida por ello. Ni haber tenido un día garrafal. Qué va. Es que se nos está olvidando la verdadera y jodida realidad con este mundo de "bonitismo" agotador. Y es que el mundo es imperfecto. Nosotros somos imperfectos. Nuestros viajes. Nuestros hijos. Nuestros maridos. Nuestras vidas. Todo es imperfecto. Y no pasa nada. Es que es así. Es así. Se nos está olvidando que eso es lo normal. Viajes imposibles, amigos que amas hasta la extenuación, parejas que darían la vida por ti, hijos vencedores, días de ensueño, noches de pasión. Vidas de espejismo. Agotador. Tiene que ser agotador. Yo en cambio, aquí estoy, nadando en la normalidad. Y con una lista inteminable de cosas pendientes por hacer. Esto es lo que dio de sí ese bizcocho de Rocío. Ya me lo dice siempre mi madre: "Hija, es que tú te comes el coco de cojones". Qué razón tienen las madres. Pensamientos de un martes cualquiera, mientras un buen hombre me repara la humedad del techo, y mi casa huele a pedo de coliflor. Todo muy, muy, de verdad. Foto & Texto: Belén de Benito (17)
0 Comments
Leave a Reply. |
AuthorBelén de Benito Archives
April 2018
|